CURITA 09 / ENE 09. 05

COMO SE CONSTRUYE UN 

PUEBLO FANTASMA.

 

 

O pensás por vos mismo o las personas piensan por vos... es así de simple y si ocurre lo segundo estás perdido, amigo: te quitan el poder, te pervierten, disciplinan tus gustos, te esterilizan... te civilizan... yo no quiero que me civilicen. No quiero sentirme identificado con las estúpidas propagandas de Chevrolet ( aún cuando sé que es más práctico movilizarse en cuatro ruedas que en dos; aún cuando los publicistas me muestren paisajes encantadores y de fondo se escuche Sigür Ros; aún cuando apelen a lo más hermoso que tiene esta vida y lo perviertan irreversiblemente) No quiero.  No quiero caer en la trampa del conformismo (confortmismo) avestruz... llámenlo como quieran... No quiero. Y sin embargo sé que caeré. Y me volveré a levantar y a putear y volveré a caer y a ensuciarme... Y es que siempre voy a tener las manos llenas de barro y los ojos llenos de estrellas...   Toda mi vida será así. Incómodo adentro. Incómodo afuera. Incómodo en el medio... así fue siempre. “Todos estamos en la alcantarilla,  pero algunos de nosotros miramos las estrellas...” Oscar Wilde... Me muevo como un pez en el agua dentro de la incomodidad. Nada me viene lo suficientemente bien. Nada me viene lo suficientemente mal... pero es que todo el tiempo estoy buscando señales que me conduzcan a la belleza de estar vivo. Y por eso me enojo con la gente, conmigo. Por eso nos exijo todo el tiempo honestidad... ya estoy harto de las actitudes políticamente correctas. A la MIERDA con lo políticamente correcto. A la MIERDA con lo que es MIERDA!! ¿Cuándo va a ser la próxima vez que estemos vivos? O.K reencarnación. O.K eterno retorno... pero a la noche, cuando apagás la luz, cuando decís hasta mañana mi amor o hasta mañana yo, cuando suspiras profundamente y acomodás tu cabeza sobre la almohada y no cerrás los ojos y pensás... ¿qué pasa? ... ¿qué pasa, nene? ¿qué pasa, nena? “...¿Esta es la clase de vida que quiero llevar?” - pregunta el gusanito. “¿Este es el mundo en el que quiero vivir?” -insiste el gusanito... No sé... A veces me siento tan enfermo. Me enferma todo: me enferman mis lagañas y mis pelos; me enferma la ropa planchada y ordenada en el ropero; me enferma mi cara en el espejo del baño; me enferman las puertas y las escaleras que llegan hasta la calle; me enferma mi casa y me enferman todas las casas blancas que se suceden a lo largo de la ciudad, de la provincia, del país, del mundo entero... (¿Existe algo más unificador, tranquilizante y espantoso que una casa blanca? A veces creo comprender para que están allí, deliberadamente, exhibiendo con voluntaria exageración, su sentido, el fin para el cual se levantan, se habitan, existen las paredes, las puertas, las ventanas, las cerraduras y los techos de las casas: imponerse a las demás, abolirlas, expiar el vacío y el pánico que provocan los espacios en blanco, por su semejanza, justificando, negando una intemperie mayúscula, ingobernable, para llevar tranquilidad a los fantasmas que no creen en los fantasmas, dándoles entidad, calma,  infantil seguridad, reduciendo la profunda incertidumbre del hombre, su finitud,  a un suave, digerible y necesario engaño de pertenencia, de inmortalidad...); me enferma la música constante que emana del universo y que nadie sabe escuchar; me enferman todos los cielos que he adorado con los ojos llenos lágrimas; me enferman las palabras que siempre terminan siendo las migas de lo queremos decir; me enferman los teléfonos celulares, los mails, los programas de radio, la TV, los diarios, las revistas, los libros que se publican... ¿Alguien va a decir algo alguna vez? ... me enferman, nos enferman; todo el maldito planeta, día tras día, se asemeja más y más a un hospital mal iluminado donde nadie, nunca es dado de alta; nos mantiene estables, nos hablan de lo bello y reparador que es el aire del campo sabiendo que nunca nos vamos a curar; sabiendo que jamás nos reestableceremos de la enfermedad que nos seco por dentro;  que hizo de nosotros un mero simulacro, una pequeña comedia en tres actos (infancia, adultez, vejez); nos susurran palabras bonitas que nos confunden como a quinceañeras empedernidas y luego nos maltratan, nos ignoran;  nos hacen arrastrarnos por el fango del consumismo para conseguir la nueva “droguita” que nos alivie, que nos de la paz necesaria hasta que la enfermedad vuelva a despertarse (¿Cuánto te duró la alegría del juguetito que le pediste a los reyes magos?); nos enferman y nos curan; ese el círculo vicioso que han puesto alrededor de nuestros cuellos... a veces quisiera salir a poner  bombas, a estrellar aviones comerciales en los rascacielos donde evalúan cuántas “coca-colas” voy a tomar este año mientras miro la guerra de medio-oriente en el living de mi casa; eso me enferma hasta el vómito; porque... “mejor no pensar, nene... optá por el solipsismo de la marihuana y dedicate a fornicar  y a juntar platita y a pagarte vacaciones frente al mar”. Ese es el puto slogan que han grabado a fuego en nuestra mente. Y me enferma; me enferma pertenecer a una generación-ovina que llena estadios y mega-discos y playas v.i.p; me enferma que sigamos aportando nuestro granito de arena al gran desierto de la mentira; me enferman Ellos; me enfermamos todos; me enferma que sigamos subestimando el bravío espíritu humano, su nobleza, su BELLEZA... pero sobre todo me enferma  por haber despojado a la vida de la fuerza, el hedor, el color y la fiereza que le confiere sentido.

curitas / Remington Kid.